Foto: Ivo Boán
No pasa un viaje sin que quiera visitar algún lugar bueno para ir a escuchar música, así descubrí JazzSí.
Este lugar se encuentra sumergido en el barrio marroquí de Barcelona. He de decir a aquellos que desconfían de estas zonas que no tengan el mas mínimo reparo en adentrarse en estas calles, serán bienvenidos y atendidos siempre con una sonrisa.
El local, algo perdido, se puede encontrar fácilmente con la ayuda de un vistazo rápido a un mapa, pero eso es un mínimo inconveniente comparado con el gratificante hecho de entrar en JazzSí.
Aunque pequeño, tiene una atmósfera envolvente y te recibe un pequeño barullo de voces y el ruido de las copas sirviéndose, acompañado (por aquel entonces) de una nube leve de humo que, junto a los músicos preparándose, anticipa algo genial. Lo más curioso es tomar sitio donde puedas y ver a las personas acomodarse. Todos con una sonrisa van cediendo lugares y reposando el culo, unos sentados en las sillas, otros en la escalera (como yo) y otros con los pies colgando sentados en el bordillo del piso superior. Cada uno encaramado a donde puede, y copa en mano, espera a que comience el espectáculo.
Foto: Ivo Boán
Entonces sonó una banda que, aunque no recuerdo su nombre, estaban a la altura de mis expectativas y consiguieron sacarme una sonrisa con sus primeras notas. No es el mejor grupo que escuché tocar y muchos pueden descalificarlo por el hecho de que seguían al pie las notas de sus pentagramas, difiriendo algo con el concepto de jazz, pero teniendo en cuenta que eran unos 16 músicos: violoncelos, guitarra, piano, percusión, batería, violines, oboe, saxo, trompeta...y su compenetración era genial para la jóvenes que eran, yo no tengo quejas.
Aconsejado queda y espero que si van lo disfruten tanto como yo.
Por cierto, y como dicen "quien avisa no es traidor", hay que pagar la entrada que incluye una copa.
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